Una canción inédita, compuesta mediante la concatenación de versos de diferentes obras de El Poeta, por este gran rapero y presentada el 3 de mayo del 2010 en Elche, como tributo a este Genio nuestro... y mío.
No he leído ni un sólo poema de Miguel que no me haya emocionado profunnnndamente, que no me haya acelerado el corazón ni me haya puesto la piel de gallina... que no me haya hecho sentir auténticamente viva. Porque Miguel Hernández no es pasado, no es muerte, es Vida. Y está en la tierra que pisamos y en el Viento del Pueblo que nos revuelve el pelo, cada mañana que salimos a la calle...
Hace muchos años que le empecé a leer, y quiero creer que me ha influido en muchos aspectos, no sólo en mi afición por las letras, ni en algunos conceptos políticos, sino en la manera intensa, latente y palpable de entender la vida, la tierra, la amistad, la muerte -con su Elegía a Ramón Sijé-, e incluso el amor, con esos versos maravillosos -"querer, querer, querer: ésa fue mi corona, ésa es."- y sus cartas a su eterna compañera en la distancia, y sus Nanas de la cebolla para su hijo, que se encuentran en Youtube.
Así como la "Entrevista a Dª Josefina Manresa" -Primera parte y segunda-, y que aconsejo observar y escuchar muy mucho, porque en los ojos tristes y en la memoria de Josefina, está todo él y todo lo que nunca contarán los libros de Historia.
Miguel era un hombre de campo, un pastor, y un autor nada místico ni filosófico, sino físico y terrenal. Él entiende y defiende lo que puede ver y lo que puede sentir o trabajar con sus propias manos y su propia sangre. Al contrario que otros autores contemporáneos a él, no habla de la lucha del pueblo, a través de la lucha de los demás. Habla de la lucha del pueblo, luchando entre ellos. Y realmente, no me resulta raro que dejase el mundo de una manera tan fugaz, ni que lo hiciese de una manera tan valiente y decisiva, porque ese hombre nunca fue de este mundo mediocre.
Y vaya por delante que, por mucho que la pandilla de ignorantes que hoy por hoy tenemos metidos en el Ayuntamiento, haya vendido su Legado, Elche, como su Orihuela natal, siempre será su casa, como fue la de su mujer y la de su hijo.
Nadie nos quitará jamás el orgullo que para nosotros es su ejemplo y la importancia de su memoria pervivirá con el paso de generaciones, tanto en mi familia como en tantísimas otras. Y eso, queridos ignorantes recién llegados, no se vende.
Que como el Sol sea mi verso,
más grande y dulce cuanto más viejo...
Que mi voz suba a los montes y baje a la tierra y truene
eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre.
Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene
y aquí estoy para morir cuando la hora me llegue.
Y si me muero, que muera con la cabeza muy alta,
muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama.
Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles y en medio de las batallas.
No, no hay cárcel para el hombre, no podrán atarme, no,
este mundo de cadenas me es pequeño y exterior,
¿quien encierra una sonrisa?, ¿quien amuralla una voz?
A lo lejos tú más sola que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú sintiendo en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late la libertad de los dos...
... libre soy, siénteme libre, libre soy, sólo por amor.
Él se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Desperté de ser niño, nunca despiertes,
triste llevo la boca, ríete siempre,
Siempre en la cuna, defiendo la risa pluma por pluma.
Músicas exasperadas, duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira. El llanto relampaguea,
¿Para qué quiero la luz si tropiezo con las tinieblas?
Un carnívoro cuchillo, de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado fulgentemente caído,
picotea mi costado y hace en él un triste nido.
Pero al fin podré vencerte, ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo, algún día
se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía.
Él se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Vientos del pueblo le llevan hasta el último rincón,
es vecino de la muerte y le sobra el corazón.
Voz de campesino, su sangre es un camino cruel,
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Por las calles voy dejando algo que voy recogiendo,
pedazos de vida mía venidos desde muy lejos.
Como una fontana que, eterna en brotar persiste,
como un sendero me iré y no acabaré de irme.
Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor.
Por haberme enamorado, corazón sin corazón.
De las cosas, del aliento sin sombra de la creación,
sed con agua en la distancia pero sed alrededor.
Lucho contra la sangre, me debato
contra tanto zarpazo y tanta vena.
Y cada cuerpo que tropiezo y trato,
es otro borbotón de sangre, otra cadena.
¿No cesara este rayo que me habita?
¿No cesará esta terca estalactita?
No quiero dormir-morir, no quiero morir durmiendo
en sagrada tierra estéril, yo quiero morir viviendo.
Él se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Vientos del pueblo le llevan hasta el último rincón,
es vecino de la muerte y le sobra el corazón.
Voz de campesino, su sangre es un camino cruel,
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Él llegó con tres heridas...
La del amor...
La de la muerte...
La de la vida...
Hijo de la luz y de la sombra...
Miguel Hernández.
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